El plan compartido entre el estado ecuatoriano y la comunidad de trabajadores del mar para sostener a los cangrejos en sus hábitats. Las áreas protegidas y los datos más relevantes sobre este proyecto que nació en Guayaquil y es inspiración para toda la región.
Los cangrejos son agentes biológicos muy importantes en la cadena alimenticia marina. Sin embargo, con frecuencia, sus condiciones de vida se encuentran amenazadas por la actividad humana.
En Ecuador un grupo de trabajadores del mar decidieron unirse para proteger a esta especie que, a menudo, resulta agredida por su actividad.
En la zona del Golfo de Guayaquil, en la Isla Puerto Buena Vista, un grupo de casi 150 pescadores viven junto a sus familias en un aldea cercana. Se trata de una población humilde con acceso directo a uno de los manglares de la región.
Todos ellos son expertos en cangrejos a consecuencia de la cantidad de años que llevan en su oficio, el cual, muchas veces, es transmitido de generación en generación. De hecho, fueron los primeros en darse cuenta que estos ejemplares necesitaban protección para su supervivencia.

También fueron ellos mismos los que se ocuparon de manifestar esta preocupación a las autoridades que, por cierto, los escucharon. Hoy, los pescadores tienen la concesión del bosque del manglar de Guayaquil que representa más del 60% de la superficie total del país con iguales características naturales.
Desde hace más de 25 años el rol de los nativos es fundamental ya que lograron que toda el área esté a salvo y protegida.
A partir de la responsabilidad adquirida se generó un sentimiento de pertenencia y, al presente, se llaman a sí mismos los cangrejeros, expresión que usan con orgullo.
El cuidado del manglar, por su parte, tiene mucha trascendencia para la región. Ocurre que es uno de los reductos de mayor absorción de carbono de todo Ecuador. Es por eso que el equilibrio de su ecosistema es central para la sostenibilidad ecológica.
En el presente hay 25 cangrejeros que son los espacios especialmente protegidos para un ambiente controlado.
Desde el año 1999, para lograr este propósito, se detuvo la tala masiva indiscriminada y se impidió la edificación no autorizada. Según los especialistas, gracias a esta iniciativa se logró que este manglar no sufra impacto ambiental y se mantiene casi sin intervención humana.
La comunicación entre los cangrejeros y los entes reguladores es permanente. Entonces, cuando ocurre algún episodio por fuera de lo regular, es comunicado para su accionar de inmediato ante los hechos.
La pesca, mientras tanto, continúa funcionando como desde siempre. Incluso está permitida la captura de los cangrejos siempre y cuando sea con métodos sostenibles.
En este camino iniciado por toda la comunidad también hay espacio para la educación ya que los hijos de los actuales trabajadores crecen en un entorno consciente con la naturaleza.
El compromiso de los pescadores para proteger cangrejos
El acuerdo para la protección de los cangrejos data del año 2024. El trato se realizó entre el Ministerio de Ambiente Agua y Transición Ecológica de Ecuador y los pescadores.
Los trabajadores estuvieron representados por la Asociación de Producción Pesquera Artesanal Puerto Buena Vista.
En el proyecto se incluyeron más de 460 mil hectáreas de zona de manglares en las cuales llevan adelante sus tareas las lanchas.
El pacto tiene validez legal y se estableció por un período de diez años la concesión del cuidado de la región a sus propias comunidades.
La formalización de la concesión por parte del estado ecuatoriano ofrece relevancia al trato y le da visibilidad a la responsabilidad de los pescadores.
La organización no gubernamental World Wildlife Fund, conocida como Fondo para la Naturaleza (WWF) celebró esta iniciativa por su importancia y valor medioambiental.
Uno de los datos que destaca la ONG es que se trata de un ecosistema único en el mundo de preservación de cangrejos. Esto tiene un destaque fundamental en un contexto global en el cual los manglares se encuentran en proceso de desaparición con las correspondientes alertas por ello.
Además, los foros ambientalistas, incluyendo a WWF, rescatan el valor de poner en mano de los propios habitantes del territorio el cuidado de una especie en peligro. Esto permite que continúen con sus fuentes de ingresos, pero de modos más sostenibles, responsables y conscientes con la naturaleza.
